Chilan Pipol

Las realidades de un Chile dispar.

Mi foto
Nombre: Chilan Pipol
Ubicación: Chile

septiembre 08, 2005

Esmeralda

No tenía muchas ganas de ir al centro, por la típica custión de que todo el mundo anda apretujado y que los malhechores, como dice mi tía, andan a la hora del día. Son lanzas, no más, para qué le vamos a andar poniendo nombres tan ancestrales. Sin embargo, tuve, igual, que hacer esa travesía por paseos y calles atestadas de gente. Me paseé por ahumada. Qué cantidad de bicharraco con patas. Es increíble. Cuando pensé que me estaba alejando de la multitud céntrica, vi el orgullo de Chile. Vi a Arturo Prat. Sí, nuestro héroe nacional, que, últimamente, lo han desacreditado mucho. Estaba justo ahí, en Esmeralda, rodeado de mucha gente que le gritaba vítores. Se encontraba algo cambiado. Rubio, de partida y sin esa pelada de fraile que uno acostumbraba ver en los retratos. Además, andaba con anteojos. Quizás por eso fue que saltó al Huáscar. Pensó que a lo mejor había llegado a puerto y quería amarrar el barco. En fin. Ahí estaba, en frente mío, hablando sobre una carrera presidencial y sobre el apoyo de las personas que no tienen poder, que no salen en la tele. Y qué va a saber de la televisión mi héroe Arturo, si con suerte, pudo observar un daguerrotipo. En fin. Hablaba y hablaba. No con mucha soltura, producto que igual estaba un poquito gordito. Aunque no debería referirme nunca más con ese apelativo, porque últimamente ha traído muchos problemas. Digamos que estaba rechonchito, como un gesto amistoso, como si lo estuviera meciendo en mis brazos y haciéndole un “viejito” le dijera: “Oiga mi Arturito, uté que rechonchito”.

Muchas pancartas socialistas acompañaban el discurso de mi héroe. Mi sorpresa frente a ello fue mayúscula. Jamás imaginé que Prat fuese más tirado pa’la izquierda, ya que su empuñadura recia de espada siempre había sido con la diestra. En fin. Sorpresas que uno va adquiriendo día a día.

Arturo Prat terminó su discurso llamando a que los otros candidatos se acercaran y debatieran sobre muchas cosas. Pensé que, quizás, Condell era el otro candidato y que por ello lo desafiaba. Para qué. Si sabemos que Prat es nuestro gran héroe nacional. En fin. Su voz era retadora y sus manos a ratos temblaban. Quizás tanto tiempo en altamar le haya traído un principio de hipotermia crónica.

Cuando acabó su discurso, toda la gente que estaba a mi alrededor la ovacionó, como aquella bienvenida que quizás siempre quiso recibir después del combate naval. Ahí estaba Arturo Prat en Esmeralda, con todos sus marinos a pie del cañón y con una personalidad avasalladora. Ahí estaba Arturo Prat, mi rechonchi, candidateándose como la mejor opción para nuestro futuro. Lo único que espero es que no se le hunda el bote luego del triunfo. En fin.